lunes, 28 de marzo de 2016

El hermano Obama



Los reyes de España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.
El turismo hoy, en gran parte, consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear las exquisiteces alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con el capital privado de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si no alcanzan los miles de millones de dólares per cápita no son dignas de atención alguna.
Ya que me vi obligado a mencionar el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que pocas personas se percatan de la importancia de tal condición en este momento singular de la historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no vacilo en afirmar que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni nosotros, de los conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para enfrentar las realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que nuestras vidas son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir además con las necesidades vitales de todo ser humano. Una de las características de este es la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo cual contrasta por otro lado con el número extraordinario de personas que encarnan los sueños más elevados.
Nadie, sin embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego. No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar. Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa, que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias entre los Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”, declaró el glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo Gómez, el jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.
Mirándolo desde otro ángulo, cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando, desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria…”, para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!...”. Tampoco olvidaré las encendidas palabras de Camilo Cienfuegos aquella noche, cuando a varias decenas de metros bazucas y ametralladoras de origen norteamericano, en manos contrarrevolucionarias, apuntaban hacia la terraza donde estábamos parados. Obama había nacido en agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de medio siglo transcurriría desde aquel momento.
Veamos sin embargo cómo piensa hoy nuestro ilustre visitante:
“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.
De inmediato un diluvio de conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:
“Ambos vivimos en un nuevo mundo colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente norteamericano. “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y esclavistas”.
Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia por la batalla que libró en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la presencia de armas nucleares en un continente de más de mil millones de habitantes. No era ese el objetivo de nuestra solidaridad, sino ayudar a los pueblos de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y otros del dominio colonial fascista de Portugal.
En 1961, apenas un año y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos, atacando por sorpresa a nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso ataque que costó a nuestro país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la brigada de asalto proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido evacuar un solo mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante Naciones Unidas como equipos cubanos sublevados.
Es de sobra conocida la experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron igualmente que la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate. El ataque por el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de Sudáfrica racista los lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de este país. Ahí se inicia una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el deber elemental de responder al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
No intentaré tampoco dar detalles, solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de la lucha por la liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural eran evidentes. Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un gigante de la lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia del libro en que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba prologado por Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la minúscula letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido hombres como aquel.
Sobre el episodio de Sudáfrica debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente interesado en conocer más detalles sobre la forma en que los sudafricanos habían adquirido las armas nucleares. Solo tenía la información muy precisa de que no pasaban de 10 o 12 bombas. Una fuente segura sería el profesor e investigador Piero Gleijeses, quien había redactado el texto de “Misiones en conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo sabía que él era la fuente más segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me respondió que él no había hablado más del asunto, porque en el texto había respondido a las preguntas del compañero Jorge Risquet, quien había sido embajador o colaborador cubano en Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet; ya en otras importantes ocupaciones estaba terminando un curso del que le faltaban varias semanas. Esa tarea coincidió con un viaje bastante reciente de Piero a nuestro país; le había advertido a este que Risquet tenía ya algunos años y su salud no era óptima. A los pocos días ocurrió lo que yo temía. Risquet empeoró y falleció. Cuando Piero llegó no había nada que hacer excepto promesas, pero ya yo había logrado información sobre lo que se relacionaba con esa arma y la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel.
No sé qué tendrá que decir ahora Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque es muy dudoso que no supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.
Hay una cuestión importante:
Obama pronunció un discurso en el que utiliza las palabras más almibaradas para expresar: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”.
Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta.
 Fidel Castro Ruz
 Marzo 27 de 2016
  10 y 25 p.m.

Fuente: http://www.granma.cu/reflexiones-fidel/2016-03-28/el-hermano-obama-28-03-2016-01-03-16

jueves, 24 de marzo de 2016

El progreso de Cuba y su sector privado

Por Guillermo Rodríguez Rivera

Enfáticamente, el presidente Barack Obama ha aludido a la necesidad de favorecer a los “cuentapropistas” cubanos como el sector de nuestra economía que puede conseguir el bienestar económico de nuestro país.
Obama ha entendido claramente que ese es nuestro embrionario sector de propiedad privada que, de desarrollarse incontroladamente, podría hacer reaparecer el sistema capitalista en Cuba.
El presidente norteamericano parece no tener en cuenta que rubros decisivos de la vida de Cuba –la educación, la salud, la construcción, las comunicaciones— son atendidos y sostenidos por el estado cubano. Acaso piense que ese sistema desarrollado, puede también sostener esos sectores.
Pero Cuba vivió más de medio siglo bajo “nuestro capitalismo”: hubo grandes colegios para los hijos de los ricos y confortables clínicas para los pudientes, y sólo al abolir ese sistema hemos conseguido que todos los cubanos se eduquen, que las enfermedades prevenibles estén controladas en un país que tiene una expectativa de vida de 78 años, que se construyan carreteras en toda la nación y viviendas para los que nunca las tuvieron.
Los Estados Unidos quisieron mantener el capitalismo cubano subordinado a ellos: primero, organizaron una invasión militar y después, un bloqueo económico que dura todavía, para rendirnos por hambre.
Obama ha venido a Cuba porque el pueblo cubano derrotó las dos tentativas.
Hace ya unos cuantos meses impugné la Ofensiva Revolucionaria de 1968, que desapareció un sector privado que sin duda necesitábamos, pero de ahí a negar la decisiva prioridad en nuestra economía del estado socialista cubano, hay un trecho que no se puede salvar sin faltar a la verdad.
Es de esperar que el presidente de los Estados Unidos entienda de una vez la verdad de Cuba y, sobre todo, actúe en consecuencia.

domingo, 20 de marzo de 2016

Mi familia y Obama

En estos días han llovido estampas, interpretaciones y hasta augurios sobre la visita que empezará hoy el presidente de los Estados Unidos a Cuba. Entre ellas estuvo el mensaje de Pánfilo y sus amigos que, por cierto, puse en Segunda cita, dedicándoselo a los que deseaban desentrañar el carácter cubano. Pues resulta que ayer me dijeron que el Sr. Obama había respondido varias preguntas del célebre humorista. Aclaro que no creo que los asesores presidenciales lean nuestro blog, pero es obvio que están bien informados.

Se ha dicho mucho que el cubano es un pueblo hospitalario y generoso. Esto es porque la mayoría somos más dados a confraternizar que a lo contrario. Yo creo que es algo genético, que nuestra historia nos fue inoculando desde su exterminio inicial, y luego con sus migraciones forzadas y/o voluntarias, con sus luchas privadas y colectivas por la supervivencia, y con esa sustancia moral que solemos llamar soberanía y que es, ni más ni menos, tener en cada momento el mayor libre albedrío que nuestras capacidades nos permitan, sin dejar de pujar siempre por más.

Algunas reflexiones de especialistas se basan en interrogantes sobre las calidades de las conversaciones entre dos gobiernos que han sido arquetipo de enfrentamiento durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va de este. A pesar de posturas opuestas, se suele coincidir en que el futuro será según lo hablado. Yo, por supuesto, comparto la curiosidad por ciertos detalles, aunque supongo los matices. Pero si de algo estoy seguro es de que una cosa es lo que se dice, incluso lo que se cree honestamente, y otra es lo que resulta. Sobran ejemplos en la historia, lo mismo en el sentido de la seriedad que en el del desparpajo. Por eso tiendo a decantarme por lo que me ha movido siempre, por lo que sueño para mi país, que es dignidad, aún con las variantes que presuntamente incorporarán la dialéctica y los astros o, dicho de otra forma, las causas y los azares.

He notado que se suele olvidar que este litigio terrible empezó porque nuestros vecinos no soportaron que decidiéramos qué hacer en nuestra propia casa. Estaban acostumbrados a que aquí se hiciera lo que ellos querían. Y haciendo bien patente su disconformidad, no sólo nos negaron el habla sino que nos hicieron la guerra.

Aquella causa nos apartó violentamente de lo que hubiera sido nuestra vida de pueblo aguerrido pero pacífico, mitad trabajador, mitad tarambana. Aquella causa nos obligó a tomarlo todo con más drama que choteo, nos mostró y nos acercó como nunca a las razones de la hormiga. Aunque debajo seguía bullendo aquella cosa juguetona nuestra que a principios de los 80 llevó a un amigo a confesar lo mucho que le gustaba nuestro “socialismo con pachanga”.

Quién sabe si ha llegado el momento de intentar empatarnos con lo que no nos dejaron ser, con lo que fuéramos de haber tenido un vecino más respetuoso y amable. Y digo quién sabe porque obviamente no todo el futuro depende de nosotros y porque, además, por más que fuera deseable ya no somos los mismos.

En momentos así –sólo en momentos así es concebible el deseo de prolongar la existencia, digamos otro medio siglo, a ver qué pasa. Pero como esto no es posible, pregunté a mi familia a todos, sobre todo a los que no vivieron las causas originarias del conflicto qué le dirían o qué les inspiraba el ilustre visitante de hoy. Y por eso concluyo este momentáneo soliloquio con lo dicho por los que me respondieron, en el orden estricto que me fueron llegando y con sus propias palabras.

Para no irme a la cola, me tomo la licencia de empezar con mis propias palabras para recibir a Barak Obama, las que termino con dos frases que siempre decía mi padre, Dagoberto Rodríguez:

Bienvenidos Ud. y su familia a Cuba, Sr. Presidente.
Nunca es tarde si la dicha es buena.
A mi que me quiten lo bailao.


Mi hijo Silvio Liam

Buenos días papa, sobre lo q me preguntas yo realmente no opino mucho sobre eso por q no creo en las buenas intenciones ni de Obama ni de ninguno d estos señores, pero si su interés en Cuba fuera ayudar al pueblo le diría q pasara por los barrios más calientes d Oriente como por ejemplo algunas partes de Alcides Pino en Holguín y viera las condiciones en que viven las personas y también q preguntara por los salarios en Cuba, q escuche todo lo que quiere decirle la gente incluyendo la oposición, q fuera a una marcha de las damas de blanco a ver si ese día no le caen a golpes delante d el, pero sobre todo le diría que no creyera en un gobierno q coje a los niños pa hacer actos de repudio afuera d las casas de opositores y otras barbaridades que son demasiadas, pero realmente papa yo no creo ni siquiera q Obama tenga q ver con las deciciones políticas y el futuro de las relaciones entre Cuba y usa, dentro d poco ya no será presidente y quién sabe quién venga detrás y lo que tiene en mente, para mí esto es una pantalla para algo, quizás me equivoco como t digo yo ni opinó sobre esto, un beso grande 

Mi esposa Niurka:

Tengo sentimientos encontrados respecto a la visita de Obama.
Por una parte deseo que las cosas mejoren porque deseo que la vida sea mejor para la mayoría de los Cubanos y que en Cuba la mayoría viva mejor, y si la visita trae consigo mejoras para la gente, pues bienvenida sea.
Pero entonces aterrizo y no lo creo, entonces prefiero que ya pasen estos tres días de visita de Obama y que vengan los Rollings.

Mi nieto Diego:

Yo le diría a Obama que tengo muchas ganas de ver a mi papá y por lo tanto que me otorgue un visado que me permita ir a verlo cada vez que yo pueda. Y que nos quite el bloqueo porque yo soy nadador y si Cuba pudiera tener un mayor intercambio comercial con el resto del mundo, tuviéramos, los deportistas cubanos, mejor acceso a implementos deportivos y otros materiales que ayudarían a que estuvieran en mejor estado las instalaciones deportivas.

Mi hija Violeta:

Si yo tuviera la oportunidad de hablar con el presidente Obama le contaría que he sido víctima de la incomunicación entre Cuba y Estados Unidos.  Que he padecido en carne propia la hostilidad de los gobiernos de su país contra Cuba. La separación de mi mamá cuando se fue por el Mariel en el año 80 me ha marcado para toda la vida y, aunque esta fuera su decisión,  considero que en gran medida ha sido responsable ambos gobiernos de las tantas familias separadas.  De haber habido una relación armoniosa entre ambos países se hubiera impedido tanta distancia y tantos años  sin verse los cubanos de aquí y de allá. Y sobre todo hubiera evitado tantos muertos en el estrecho de la Florida y en la frontera mexicana. Le pediría a Obama que invalide la ley de pie seco-pie mojado que, aunque favorece a  algunos cubanos para que alcancen su “sueño americano”, en la misma media los lleva a perder la vida en el intento de alcanzar suelo norteamericano. Además de que es muy injusta con el resto de latinoamericanos que sin embargo, teniendo más necesidad de mejorar sus vidas que nosotros,  no tienen el derecho de acogerse a esta ley. En cambio mueren masacrados, desaparecidos, de sed y de hambre,  mujeres, hombres y niños  que en vez de alcanzar “una vida mejor” logran una muerte certera.  La verdad es que a mí como cubana me da  vergüenza: nosotros sí, y ellos no. ¿Por qué? Obviamente esta ley no tiene  otro motivo que el de incitar a los cubanos, dándoles un aparente “privilegio” a que se jueguen la vida tratando de llegar a Estados Unidos, para luego desacreditar con falsa estadística a nuestro país.  Yo le diría a Obama que nos quite el bloqueo, que termine su mandato dejando al mundo convencido de que ese Nobel de  la Paz que le han otorgado lo tiene bien merecido. Porque como dijera José Martí: “ El mal es accidental, solo el bien es eterno”


Mi sobrina Mariela:

Tío, a priori, yo estoy a favor de las buenas relaciones de toda índole entre todos los seres, naciones, etc., pero en este caso en particular lo que me pasa es que de ellos desconfío, hasta que no se demuestre lo contrario. No lo puedo evitar.
 Cuando yo vea cambios, como por ejemplo, que levanten el bloqueo, o que quiten la Base Naval de Guantánamo, entonces podré seguramente empezar a verlos de otra forma.


Mi hijo Omar:

Señor Obama: sé que a veces se le identifica a usted con El Poder sólo por el cargo que representa. No sólo esa idea es falsa (El Poder, usted lo sabe bien, tiene muchas raíces, y muchas están en la sombra), sino que usted mismo se ha visto limitado e impedido en su propio país para emprender algunas políticas. Además, se acerca el final de su mandato, y tendrá que pasar el relevo. Teniendo en cuenta todo esto, y dado que su poder real es limitado pero aun así real y efectivo, lo que le quiero decir respecto a Cuba son dos cosas.

No soy ingenuo, sé que existen intereses dentro de Estados Unidos para reabrir las relaciones con Cuba, y por lo tanto usted no ha estado solo, pero aun así le reconozco la valentía política para haber dado el paso. Al fin y al cabo, sí hay sectores en su país que siguen resistiéndose a cualquier cambio en la política respecto a Cuba, y ha hecho usted una apuesta decidida y valiente. Las posiciones maniqueístas, el “estás conmigo o estás contra mí” y otras falsas dicotomías sólo han fomentado el desconocimiento mutuo. Ya basta de culpar al otro y no asumir los propios errores. La mayoría de la gente, aquí y allá, queremos acceso a la sanidad y a la educación de calidad, a internet y poder ganarnos la vida.

Lo otro que le quiero decir es que, aun conociendo sus límites, este camino no se puede quedar a medias. Lo que espero de usted es que consiga que el retorno a esa vieja política propia de la Guerra Fría tenga un alto coste político, económico y social para los futuros representantes de su país. Que esto no tenga marcha atrás. Que a los que vengan les cueste más regresar que seguir para adelante. Eso me parece que es lo mejor para los dos pueblos, y lo mejor que usted puede hacer. El simbolismo de unas fotos y unos titulares es importante, pero lo es más que se ayude a mejorar la calidad de vida de la gente.

Mi hija Malva:

Opino y reconozco que la visita del presidente Omaba es un acontecimiento histórico; pero sinceramente si su visita no hace mejorar la situación en Cuba, beneficiar a los ciudadanos o no hace nada importante como levantar el bloqueo o quitar la base de Guantánamo, no le veo sentido. Simplemente es un acontecimiento simbólico que en mi caso me dará un receso en la escuela por dos días, pero solo eso y nada más, así que honestamente me es indiferente.

Mi suegra Mirta:

Hoy  llega Obama a Cuba, estoy plenamente convencida de que es un día que quedará marcado en la historia de Cuba pero no tengo la certeza de cuál será la repercusión final de este viaje. Obama ha dicho claramente que la visita servirá para promover cambios polí­ticos en la isla.

Pienso y recuerdo. Los que como yo hemos tenido el privilegio de haber vivido y poder rememorar todo lo sucedido desde aquel día en que nos despertamos en la mañana con el grito de ¡Batista se fue! este día tiene sin dudas un significado especial.

Pero las sensaciones son encontradas, ¿siento que ha ganado Cuba? No puedo afirmar ni lo uno ni lo otro, es cierto que muchas cosas han cambiado, algunas para bien y otras para mal, es cierto que mucho hemos dejado a lo largo de estos años. Recuerdo muchos momentos, las carencias, la beca, las incertidumbres, los miedos desde adentro y desde afuera, las amenazas, años en estado permanente de guerra psicológica, el encierro en la isla “rodeada de aguas por todas partes”, los entrenamientos militares, el cordón de La Habana, la Crisis de Octubre y el U-2 con el piloto yanki sobrevolando mi Instituto Pre-universitario, la homofobia, las concentraciones en la Plaza de la Revolución, lo tranquila que es La Habana si la comparamos con otras ciudades del continente, el privilegio de tener una atención de salud adecuada, las posibilidades de estudios, la libreta de abastecimiento, el pan nuestro de cada día, los apagones, la mochila preparada durante muchos por si la familia tenía que evacuar la capital porque nos atacaban, la pasta perla, la falta de desodorante, los kikos plásticos, la bicicleta… ¿se pueden borrar todos estos años con una visita de 2 días de Obama?

Definitivamente mi sensación es ambivalente, siento júbilo y tristeza, certeza e incertidumbre, siento seguridad y miedo.

Mi hijo José Ernesto (el lunes 21)

Wonderfull!!!
Que estas relaciones estén marcadas por el equinoccio de primavera y el día de la poesía.
Q’ este poema bilingüe florezca en una fructífera primavera para que 2 culturas ansiosas de estrechar sus manos cansadas de tanto mirarse a través de los lentes envenenados de la política.
Whitman y Martí los ayuden a encontrar las vías participantes para q’ esta primavera sea y q' así sea.

Mi hermana Mary (el martes 22):

Silvio, la visita de Obama para mi representa la entrada al Paraíso o al Infierno. Al Paraíso si esta visita es la puerta para finalizar con el bloqueo que trunca el desarrollo, y si se eliminar ese apéndice humillante que es la Base de Guantánamo. Eliminando esos dos lastres que nos han sido impuestos, ya podemos quedar por nuestra cuenta.
La visita de Obama representaría la entrada al Infierno si en lugar de logros obtuviéramos la pérdida de lo logrado  durante los últimos 50 años.
Si logramos un asomo al Paraíso, que sea sobre la base del respeto mutuo más exquisito.
Mary


Mi hijo Mauricio (el miércoles 23)

Estimado Sr. Presidente

De todas las situaciones en las que me he imaginado en mi vida – y de cómo sucederían en mi cabeza – debo confesar que dirigirme a usted no estaba entre aquellas que pensé que sucederían, así que tomaré la experiencia como una lección de vida sobre lo inesperado. Le agradezco por eso.

Ha llegado a la tierra que me vio decir mi primera palabra y dar mi primer paso. Una tierra que amo apasionadamente y a la cual añoro regresar siempre que me encuentro fuera de ella. Le doy la bienvenida a esa tierra, y con eso, le doy la bienvenida  la totalidad del pueblo norteamericano , porque Cuba es una tierra que vale la pena ver con sus propios ojos; llena de belleza, energía y música. No he conocido a nadie a quien no haya invitado a visitarla, ni he conocido a ningún visitante que no se haya enamorado de ella, así que de todo corazón, espero que disfrute su estadía.

En mi corta vida, he llegado a la conclusión de que no hay grandes hombres, sino hombres comunes capaces de grandes cosas, y las grandes cosas deben ser apreciadas. Quizás si no hubiese sido usted, hubiera sido el siguiente, o el siguiente a ese, pero fue usted quien decidió que cincuenta años fue más que suficiente. Nadie realmente se beneficia de la separación; solo aquellos que guardan odio en sus corazones, pero aún así ¿Qué beneficio real ha traído el odio? Por eso, quiero agradecerle, y asegurarle que solo cosas buenas pueden venir de nuestras tierras trabajando juntas. No podemos saber con seguridad qué traerá el futuro, pero pase lo que pase, usted ha dado inicio a algo grandioso y por eso, siempre estaré agradecido.

No tengo mucho más que decir, excepto invitarlo una vez más a disfrutar de su estadía en Cuba, y alentarle a que vea por sí mismo lo que ha hecho que tantos se enamoren de ella. Vea sus películas, escuche su música, tómese un helado de Coppelia, que resulta ser mi favorito, y quizás a su regreso, como yo, invitará a todo el que conozca a descubrir qué hace a mi tierra tan maravillosa.

Gracias una última vez, Sr. Presidente, de un joven cubano común, viviendo en su gran tierra.

Saludos Cordiales.

Mauricio Rodríguez Valdés

sábado, 12 de marzo de 2016

Latinoamérica: Los avatares de la izquierda y los pueblos

                                         por Guillermo Rodríguez Rivera

No recuerdo, con exactitud, el momento en el que Rafael Correa dijo que en América Latina no estábamos viviendo una época de cambio  sino un cambio de época.

Se trata del nuevo tiempo en que los pueblos de la región que había sido considerada el patio trasero de los Estados Unidos, comenzaban a transformar en serio su historia y su destino: si en el siglo XIX habíamos vencido el colonialismo español, en el XX comenzaban las victorias frente al neocolonialismo.  América Latina advertía que no hay verdadera  democracia sin independencia económica.

Sucesivamente aparecían líderes como Hugo Chávez, Evo Morales, Néstor Kirchner, Lula Da Silva, Fernando Lugo, Mel Zelaya o el propio Correa que, con diversos énfasis e intensidades, se desmarcaban de la política norteamericana e iniciaban un camino destinado a resolver los ancestrales  problemas de sus pueblos, que los regímenes de nuestras oligarquías jamás habían intentado solucionar, porque ellos eran los beneficiarios de esos problemas.

La lista de esos males comprendía el analfabetismo de amplias zonas de la región, el desempleo, la falta de viviendas, la extrema pobreza en países cuyos recursos naturales estaban plenamente en manos extranjeras y de grupos oligárquicos que se enriquecían con los males de sus pueblos.

De pronto, esos líderes populares ganaban las elecciones en las que antes solo triunfaban los burgueses, los servidores de los intereses estadounidenses.

El tácito punto de partida de esos cambios había sido Cuba, cuya revolución el imperio había intentado aniquilar primero por las armas y luego con el quincuagenario bloqueo que dura hasta hoy contra la voluntad del mundo.

Par impedir los cambios que Cuba inspiró, Lyndon  Johnson ordenó la invasión de la República Dominicana; Henry Kissinger alentó el golpe de estado que derrocó al presidente Allende en Chile y, enseguida, el plan Cóndor que pobló de criminales tiranías Bolivia, Argentina y Uruguay; Ronald Reagan armó a la Contra nicaragüense e invadió Granada.

Pero el cambio de época que veía Correa no implica que todo se desarrolle linealmente, sin circunstanciales retrocesos en países en los que todavía casi todo el ámbito mediático está en manos de los adversarios.

El desprestigio que en Venezuela vivían los partidos que se alternaban en el poder para hacer lo mismo --Acción Democrática y COPEI-- hizo que fueran reemplazados por El Nacional,  Venevisión y O Globo, que diariamente tenían la libertad de decirle a Venezuela y al mundo, que en Venezuela no había libertad.

A veces los pueblos se desesperan y quieren quitarse de encima los males que sus opresores vencidos aún pueden imponerles. Reagan le impuso a Nicaragua una guerra sucia que tenía sus bases en Honduras y el pueblo trató de librarse de ella dándole el gobierno a la moderada derecha que representó Violeta Chamorro, pero la rápida decepción determinó que en otras elecciones regresaran al poder los sandinistas.


Esperemos a ver qué ocurre en Argentina con el régimen de Mauricio Macri y en Venezuela con la Asamblea Nacional que debiera sacarlos de la impuesta crisis económica. La época ha cambiado, pero todavía los pueblos tienen que aprender,  como deben aprender el imperio y sus servidores.